Ropistoria: La falda

 De polleras y faldas


Las faldas o polleras son una prenda común en muchos armarios. Es muy probable que incluso tengas una en el armario de tu casa. Hoy en día existen miles de diseños y tipos, las hay para todos los gustos y colores. Y basta con mirar un poco más atrás en su historia para darse cuenta de que no es una prenda exclusivamente femenina, a diferencia de algunas creencias populares.

 

Las faldas a lo largo del tiempo: Un poco de historia


Las primeras polleras no eran para nada similares a las conocidas ahora. En un principio se reducían a algo tan simple como un recuadro de tela sostenido a la cintura con una cuerda que servía de cinturón; y el único propósito de esta prenda era el resguardar a quien la llevara del frío y del mal clima. Por las épocas romanas y egipcias, las faldas ya eran utilizadas por hombres y por mujeres. Los hombres las llevaban plisadas y a la rodilla; y las mujeres, al tobillo. Además, durante el imperio romano se popularizó la falda a la rodilla hecha de cuero entre los soldados romanos, gracias al primero en llevarla, Constantino.


Bosquejo de falda larga en el siglo XX


Con el paso de los años, las faldas, como todo lo demás, sufrieron cambios. Desde faldas medievales pesadas y largas hasta tocar el suelo, a ser más livianas y pasar a terminar en los tobillos. De ahí hasta la rodilla y más amplia con lo que se llamó el “largo Chanel”, impuesto por la diseñadora del mismo apellido, Coco Chanel, con el propósito de facilitar el movimiento. Y las faldas también pasaron sus crisis cuando el mundo las pasó: debido a los hechos de la Segunda Guerra Mundial, en los años treinta y cuarenta, las polleras pasaron a ser más estrechas, no más largas que a la pantorrilla y con telas de muy baja calidad. Pero en los cincuenta volvió el glamour, la amplitud y las variaciones de largo; hasta llegar a las faldas por arriba de la rodilla. Sufrieron muchas modificaciones con el correr de las agujas, como el agregado de la crinolina o miriñaque, aquellos aros que se cosen por adentro para que la tela tenga más volumen; y del polisón para que se abultara atrás, que después se terminaron apartando de los diseños, haciendo faldas más al cuerpo. Cambiaron las telas de motivos oscuros por otros más coloridos, y hubo un apogeo tanto de las telas a cuadrillé como de las florales. Pero estos son solo algunos ejemplos de cómo la moda se ha ido reinventando, adaptando y actualizándose a través del tiempo y en base a necesidades y tendencias de la época.

 

La revolución: Mary Quant y la minifalda

Mary Quant, la pionera de la minifalda

Hoy en día, escuchar la palabra minifalda nos es tan común como escuchar cualquier otra. Pero hace unos años esto no hubiera sido así: simplemente el pronunciar la palabra hubiera sido motivo de escándalo entre los puritanos. Por eso, en la historia de la moda, cuando se habla de minifaldas también se habla de revolución. ¿Cómo comenzó todo?

Corrían los años sesenta, años de mucha agitación social. Y como dice su creadora “la minifalda fue una explosión, una necesidad; algo que la juventud pedía a gritos”. Se trata de Mary Quant, una mujer que comenzó a coser por el simple motivo de arreglarse los vestidos que heredaba de sus primas. La moda le terminó apasionando, y se armó su propia boutique con el capital de una herencia. Comprando tejidos, dibujando patrones, cortando telas y cosiendo prendas; Mary logró impulsar diferentes estilos. Un día, Quant decidió tomar un par de tijeras y acortó quince centímetros la falda tradicional. Esos tijeretazos no solo significaron menos tela, más comodidad y más frescura en el verano. Las tijeras también cortaron las ataduras a las que las mujeres estaban sometidas, y la minifalda fue un símbolo de empoderamiento para ellas. Así, en un desfile en 1964, se presentaba la primera minifalda en una pasarela.

De esa manera la mini, que recibió su nombre y fue inspirada por el auto favorito de Mary, el Mini 1000 Designer; trascendió barreras. Y fue el comienzo exitoso de la revolución juvenil, representada por una margarita; contra todo lo considerado anticuado y aburrido de la época.


Jóvenes usando minifalda, 1973. Esta foto fue tomada en Memphis, Tennessee; en los Estados Unidos. Se ven tres mujeres cursando el primer año de la universidad, que están en el receso entre clase y clase. Según los estándares de ese tiempo, se las hubiera considerado “demasiado osadas para la ocasión”.


Faldas para todo y para todos


Las faldas se encuentran tanto en el día a día como en ceremonias tradicionales y actividades. Pueden ir desde la falda tubo, a la pantalón; a la de tenis; al tutú para el ballet; al kilt de los escoceses e irlandeses usada mayormente por los hombres; al pareo tahitiano usado por hombres y por mujeres; a la chima usada en Corea; a la fustanela mayormente masculina en los Balcanes; al sarong usado por hombres y por mujeres del sureste asiático… Variantes hay muchas. Y esto demuestra de que la falda no tiene un género específico, y puede ser usada por todos. Lo único que se necesita son ganas de llevarla. ¿Quién impone qué debemos usar y que no, sino nosotros mismos?







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